
N. S. La zamorana Lucía Falagán acaba de publicar su primer libro de cuentos infantiles, basado en la figura de los duendes.
-¿Qué le hace empezar a escribir relatos para niños?
-Cuando mi hijo era pequeño le contaba historias antes de dormir. Estos relatos surgieron un poco como vehículo para darle mi opinión sobre ciertos aspectos de la vida. A través de estas tramas quise situarle en aspectos de la vida que tendría que afrontar. Cada historia la preparaba por la tarde mientras que me tomaba un té y cuando estaba casi terminado, se lo iba leyendo. Hace un tiempo lo retomé y me decidí a editarlos en 2005 como homenaje a mi hijo. En ese momento releí todo lo que había escrito y modifiqué algunas cosas. Disfruto mucho escribiendo los cuentos de duendes.
-¿Por qué ha elegido la figura de los duendes?
-Porque es una criatura que no ofende a nadie. Es mágica y posibilita jugar mucho con la imaginación. Además, a través de ellos plasmo un poco cómo me gustaría que fuera el mundo.
-El libro cuenta con unas ilustraciones. ¿Son suyas?
-No, corresponden a Sonia Alonso Andrés. A través de un familiar suyo supe que había hecho Bellas Artes, hablé con ella, le facilité el relato y en base a ello ha realizado las ilustraciones que aparecen en el libro y que son un complemento.
-Es un volumen de cuentos, pero , ¿qué lector lo puede leer?
-Lo pueden leer niños a partir de ocho años porque tiene un lenguaje muy asequible y muy básico. La letra es grande para que el menor lo pueda leer solo y no se agobie con muchas líneas por página. En el caso de los adultos, creo que su lectura puede suponer un remover conciencias porque a veces se plantea problemas entre el niño y los padres en el que el pequeño apuesta por la amistad y discrepa de la decisión de sus progenitores. Creo que en el libro plasmo la frescura con la que piensa un niño.
-Los cuentos parecen que están relegados al mundo infantil, ¿deberían leerse también ya de adultos?
-Desde luego. Siempre me han gustado mucho porque te otorgan una gran libertad para ser tu mismo, te recuerdan la inocencia que pierdes cuando dejas de ser niño.
-En estos momentos asistimos al auge de los cuentacuentos. ¿Qué le parece?
-Es un buen fenómeno. Yo únicamente he acudido a uno, pero comprobé que para los niños es muy cómodo y divertido. Creo que es algo que debería de desarrollarse más porque no es algo tan caro y creo que es una manera muy pedagógica de representar. Mi cuento podría ser escenificado y me encantaría.
Zamora
Estudió Filología Germánica e Hispánica en la Universidad de Salamanca y en la Autónoma de Madrid. Ha vivido y trabajado muchos años fuera de España, período en el que «he añorado mucho a mi querida Zamora», asegura. Su afición por la escritura proviene de contarle cuentos a su hermana pequeña. Le gusta mucho jugar al tenis, la natación, así como caminar y leer sobre filosofía.
Publicado en laopiniondezamora.es
-¿Qué le hace empezar a escribir relatos para niños?
-Cuando mi hijo era pequeño le contaba historias antes de dormir. Estos relatos surgieron un poco como vehículo para darle mi opinión sobre ciertos aspectos de la vida. A través de estas tramas quise situarle en aspectos de la vida que tendría que afrontar. Cada historia la preparaba por la tarde mientras que me tomaba un té y cuando estaba casi terminado, se lo iba leyendo. Hace un tiempo lo retomé y me decidí a editarlos en 2005 como homenaje a mi hijo. En ese momento releí todo lo que había escrito y modifiqué algunas cosas. Disfruto mucho escribiendo los cuentos de duendes.
-¿Por qué ha elegido la figura de los duendes?
-Porque es una criatura que no ofende a nadie. Es mágica y posibilita jugar mucho con la imaginación. Además, a través de ellos plasmo un poco cómo me gustaría que fuera el mundo.
-El libro cuenta con unas ilustraciones. ¿Son suyas?
-No, corresponden a Sonia Alonso Andrés. A través de un familiar suyo supe que había hecho Bellas Artes, hablé con ella, le facilité el relato y en base a ello ha realizado las ilustraciones que aparecen en el libro y que son un complemento.
-Es un volumen de cuentos, pero , ¿qué lector lo puede leer?
-Lo pueden leer niños a partir de ocho años porque tiene un lenguaje muy asequible y muy básico. La letra es grande para que el menor lo pueda leer solo y no se agobie con muchas líneas por página. En el caso de los adultos, creo que su lectura puede suponer un remover conciencias porque a veces se plantea problemas entre el niño y los padres en el que el pequeño apuesta por la amistad y discrepa de la decisión de sus progenitores. Creo que en el libro plasmo la frescura con la que piensa un niño.
-Los cuentos parecen que están relegados al mundo infantil, ¿deberían leerse también ya de adultos?
-Desde luego. Siempre me han gustado mucho porque te otorgan una gran libertad para ser tu mismo, te recuerdan la inocencia que pierdes cuando dejas de ser niño.
-En estos momentos asistimos al auge de los cuentacuentos. ¿Qué le parece?
-Es un buen fenómeno. Yo únicamente he acudido a uno, pero comprobé que para los niños es muy cómodo y divertido. Creo que es algo que debería de desarrollarse más porque no es algo tan caro y creo que es una manera muy pedagógica de representar. Mi cuento podría ser escenificado y me encantaría.
Zamora
Estudió Filología Germánica e Hispánica en la Universidad de Salamanca y en la Autónoma de Madrid. Ha vivido y trabajado muchos años fuera de España, período en el que «he añorado mucho a mi querida Zamora», asegura. Su afición por la escritura proviene de contarle cuentos a su hermana pequeña. Le gusta mucho jugar al tenis, la natación, así como caminar y leer sobre filosofía.
Publicado en laopiniondezamora.es