lunes, 21 de septiembre de 2015

Las princesas son boludas...

Miranda empieza el vídeo diciendo ..."las princesas son boludas!" toda una afirmación que hace una niña argentina y que se ha convertdo en viral en medio mundo.
Parece que los finales felices ya no satisfacen a una generación que no espera que nadie les saque las castañas del fuego.
Muy recomendables las reflexiones de esta niña de 6 años

viernes, 18 de septiembre de 2015

Cuentos y estímulo cerebral

Leer cuentos a los niños es una de las actividades que demandan a diario casi todos los niños, y es que además de ser un tiempo en el los padres y los hijos pasan un rato juntos, se ha demostrado recientemente que es muy beneficioso para su desarrollo.
La revista Pedriatrics ha publicado este mes un estudio en el que demuestra mediante imágenes obtenidas con resonancias magnéticas que el hemisferio izquierdo del cerebro tiene mayor actividad neuronal en  los hijos de familias en las que la lectura forma parte habitual de sus actividades cotidianas.
Cuando un niño escucha historias su cerebro ensaya la creación de imágenes que se asocian con esas palabras y de esta manera va construyendo también su identidad.
Seguro que muchos de nosotros en alguna ocasión hemos tenido un gran decepción al ver la película del libro que hemos leído. La experiencia nos demuestra que siempre tienen mucha más fuerza para nosotros las imágenes que hemos creado en nuestro cerebro que  las que nos vienen dadas sin esfuerzo desde fuera.
La lectura regular estimula el desarrollo cerebral, fortalece las relaciones familiares y construye un mejor lenguaje.

En alguna ocasión los padres podemos sentirnos desbordados para leer cuentos a varios hijos pero para todo hay soluciones si no que se lo cuenten al norteamericano Hal Taylor que construyó una mecedora triple. Ante la imposibilidad de tener en las rodillas a los tres  niños construyó una mecedora triple en la que caben todos cómodamente.
Nada es imposible

jueves, 10 de septiembre de 2015

MENOS CUENTOS VIOLENTOS, MÁS RELATOS CON TERNURA

Los cuentos infantiles clásicos fueron creados hace mucho tiempo por hombres y mujeres aterrorizados ante la violencia extrema de la sociedad en la que se desenvolvían.
Las sociedades primitivas, incluso la aclamada civilización occidental hasta hace pocas décadas, han educado a sus hijos a través del terror. Parece entonces lógico que los relatos que se fueron generando en la psique colectiva constituyeron algo así como una terapia grupal.
De hecho, no pudieron hacer otra cosa que expresar lo que habían vivido en sus propias infancias. Si esto es así, entonces los cuentos “de toda la vida” son para adultos, no para niños. Adultos que se veían obligados a dramatizar constantemente las horribles experiencias que habían vivido, con la finalidad de intentar digerirlas.
Los psicólogos han alabado las bondades de los cuentos clásicos desde hace siglos. Dicen que sus personajes tienen una correspondencia directa con los contenidos del inconciente. Un animal que devora un niño podría alertar, por ejemplo, del peligro de que un contenido inconsciente arcaico pudiera “devorar” al resto más evolucionado de la psique. Bien, esto ocurre en contadísimos casos, y básicamente en adultos … que fueron niños maltratados. ¿Estamos seguros de que nuestros hijos pueden aprender algo visionando un lobo tragándose a una niña?
El error educativo más repetido de la Historia consiste en creer que lo que sirve para el adulto sirve para el niño, sin tener en cuenta sus verdaderas necesidades. Así, dormir en una habitación separada es algo aceptable para un adulto, pero no para un bebé de dos años. Pero obligamos a nuestros hijos a ver películas, comer alimentos y usar vestidos que son propios de adultos. Como a nosotros nos satisfacen, pensamos que a ellos también.
Entonces los sentamos en nuestro regazo, cuando están a punto de dormirse y por tanto están hipersensibles, y abrimos un cuento en el que se producen asesinatos. Luego les damos un beso y los dejamos completamente solos en una habitación a oscuras. ¿No es una locura?
Muchos niños no sienten ese miedo, simplemente porque han sido bombardeados con películas violentas desde que nacieron. Entonces el cuento de Caperucita les aburre. Pero eso no son niños “valientes” sino niños embrutecidos, que han tenido que anular su capacidad de discernimiento y embotar su aguda sensibilidad natural para poder sobrellevar esas imágenes. ¿Qué clase de niños queremos para la sociedad del futuro?
Toda la cultura humana se ha sutilizado. Ya no ahorcamos a los dementes, ni torturamos a los ladrones. Ya no ejecutamos rituales sangrientos. Los cuentos clásicos son restos de culturas que ya no existen en occidente, culturas primitivas con costumbres muy diferentes a las actuales. Tuvieron su razón de ser como terapia para unos adultos que de niños presenciaron actos violentos y que traumatizaron para siempre su sensibilidad.
Relatar esos cuentos a sus propios hijos y ver cómo lloraban de miedo formaba parte de una dramatización de su propio terror. Para colmo, de esa manera pasaban sus traumas a la siguiente generación. ¿No es hora de parar esa transmisión?
Todo ha cambiado, digamos NO a los cuentos clásicos violentos. Evitemos también películas violentas, pues cada imagen y cada sonido quedan implantados en sus cerebros, y más tarde surgen en forma de miedos y pesadillas.
En nuestras manos está el proporcionar a nuestros hijos alimentos adecuados a su edad, alimentos físicos y alimentos para sus mentes en formación. Usemos nuestra imaginación y elaboremos sencillos relatos que rebosen ternura, amor, aventura. ¡Nuestros niños lo merecen!
Gunther Emde

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Las antiprincesas y las princesas de cuentos de hadas con problemas de hoy

La escritora Nadia Fink publica una colección de cuentos infantiles dedicados a  las Antiprincesas. Mujeres de carne y hueso que trabajaron duro para labrarse un futuro y que no esperaron a que ningún príncipe azul les diera un beso o las rescatara de sus desdichas.
Con la publicación de estos cuentos parece que se abre un nuevo mundo, en el que las niñas de hoy podrán tener otros referentes tanto estéticos como intelectuales.
Los cuentos no endulzan las dificultades por las que pasaron las dos protagonistas, la cantante Violeta Parra y la artista Frida Khalo. Pero si que callan algunos detalles escabrosos de sus vidas dando paso a la posibilidad de que los niños busquen por si mismos.



Son muchos los autores que actualmente estan intentando actualizar el discurso de algunos de los cuentos clásicos. Sin ir más lejos la artista Dina Goldstein ha dedicado parte de su trabajo a personajes como Blanca Nieves o Caperucita Roja en escenas de la vida actual.
¿Os imagináis a Blancanieves de ama de casa? Dina Glodstein lo que hace es poner a estas protagonistas en escenas de la vida actual. Así vemos a Caperucita Roja con exceso de peso y a la Bella en una operación de cirugía estética. Os dejo aquí las imágenes que me parecen de mucho interés

Ver más fotos





Violeta Parra

 Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección: 
 http://www.telesurtv.net/news/Publican-cuentos-infantiles-sobre-heroinas-de-Latinoamerica--20150902-0056.html. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.net

Nadia Fink

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martes, 17 de marzo de 2015

Contes per educar les emocions

Siempre he intentado encontrar cuentos que sirvan para educar a emociones y desde hace un tiempo han salido recopilatorios y guías muy interesantes.

Aquí os dejo un enlace interesantísimo con recomendaciones de 35 cuentos para educar las emociones

De lectura imprescindible para todas aquellas personas que de alguna manera piensan en transmitir valores positivos.

35 contes per treballar els emocions

miércoles, 11 de marzo de 2015

´La mente infantil pide conflicto y el cuento no traumatiza: prepara para la vida´

"No despreciemos nunca la inteligencia de los niños, la moraleja es innecesaria"

Autor de más de medio centenar de libros, Rodríguez Almodóvar desarrolla una destacada labor de recuperación de los cuentos populares españoles. Una de sus colecciones, reeditada desde 1985, ya ha alcanzado los cinco millones de ejemplares. Ayer participó en unas jornadas internacionales sobre Literatura Infantil y Juvenil y volvió a reivindicar la importancia de un tipo de narración que ha sido "esencial" para la humanidad durante siglos.
-Usted defiende los valores pedagógicos del cuento popular, pero en los últimos tiempos surgen voces críticas por entender que transmiten estereotipos sexistas o ser demasiado dramáticos para los niños.
-No estoy de acuerdo. Todo depende de la versión de la que estemos hablando. Siempre trato de recuperar las orales porque son de verdad las que encerraban más valores. Si a La Bella Durmiente le sacamos la segunda parte queda en un cuento un poco tonto de una princesa condenada a dormir que solo despierta por el beso de un príncipe azul. Pero después ella tiene que salir adelante en medio de enormes dificultades porque él se va a la guerra y debe hacerle frente a una suegra edípica que devora a sus nietos. Dirá la gente que casi es peor (risas). Lo cierto es que hay que partir de una base más sólida para analizar los cuentos. Tienen un valor simbólico y de lo que se cuenta representan otra cosa: el mal, el daño gratuito, la desprotección de los niños... El contraste mental entre lo que el niño escucha y lo que vive es lo realmente importante porque se siente protegido por su familia y refuerza su posición en el mundo. Todo esto es un mecanismo simbólico de la mente sobre el que se han hecho muchos estudios comparativos.
-¿Se otorga a los niños menos capacidad para diferenciar la vida real de la ficticia por esa visión de lo políticamente correcto que hoy invade todos los ámbitos?
-Hansel y Gretel, que era muy conocido como Periquín y Periquina en las tertulias hogareñas y campesinas españolas antes de que se rompiese la cadena oral, transmite que alguna vez tendrás que abandonar el hogar y más vale que sepas que la vida es un camino arduo y difícil. Pero también que tú puedes hacerlo. Es un mensaje simbólico que hace que el niño se prepare para la aventura de la vida y no crea que todo será un camino de rosas.
-Es uno de los problemas de la sociedad actual, los niños viven en una burbuja hasta adultos.
-Y entonces el encuentro con la vida es un encontronazo, un choque brutal. Sentirse de pronto en el bosque de la vida sin tener absolutamente ningún recurso para salir adelante es mucho peor que escuchar un cuento.
-¿Hay lugar para el cuento en un mundo digital como el de hoy?
-Yo creo que sí. El problema de las versiones digitales es que simplifican demasiado las historias. La estructura narrativa debe incluir un conflicto inicial importante, un desarrollo en forma de intriga y un final coherente. Esto es lo que hace que una historia, además de darle al niño una visión del mundo, le ayude a construir su estructura mental. Lo más importante de los cuentos es que su estructura interna ayuda a construir el andamiaje mental. Esto es lo esencial, incluso por encima de los valores que tienen. Machado, uno de mis autores predilectos, decía que lo importante es formar bien las entendederas.
-De ahí la importancia de que los cuentos estén en casa y en el colegio.
-Claro, y que los maestros los cuenten con cariño porque el valor afectivo es importantísimo para fijar bien la historia y que la mente se sienta reconfortada. Lo políticamente correcto ha hecho estragos y ha obligado a las editoriales a publicar cuentos mal construidos o bobadas, que de esto hay mucho hoy. Tengo que hacer un elogio de los ilustradores españoles porque hay gente verdaderamente extraordinaria, pero cuando vas a la historia te preguntas cuándo va a pasar algo. No hay derecho. La mente infantil está pidiendo otra cosa, ¡un conflicto! ¿Cómo que se va a traumatizar? Es lo contrario. Sin un referente simbólico para que entiendan por sí mismos que las dificultades están ahí, los niños crecerán entre algodones y pensando que todo es muy fácil. La doctrina no sirve con los niños, sirven los buenos cuentos contados para estimular la comprensión del mundo en todo su rigor.
-Ana María Matute, que le apodó como el tercer hermano Grimm, siempre reivindicó la calidad literaria de los cuentos.
-Sí, además de bien construido, el cuento es bello y hermoso añade un valor importantísimo. El valor estético de la vida y de la vida literaria no se aprende de un día para otro, es una construcción muy paciente hasta que arraiga de verdad el deseo de una buena literatura. Y con historias de tres al cuarto no pasa esto. La literatura infantil y juvenil a veces carece de una crítica seria y también es triste que sea una asignatura optativa en las escuelas de Magisterio. Debería ser una troncal a la que se dedicase el año entero.
-¿Los niños que hoy disfrutan con los cuentos son los lectores del futuro?
-Claro. O los no lectores, porque la afición a leer se desarrolla con buenas historias. Antes había decenas de cuentos en las tertulias hogareñas y cada familia tenía uno predilecto que ayudaba a construir el grupo. Me han dado las gracias muchas veces por recuperar el cuento de su abuelo que no encontraban por ninguna parte y, a continuación, me han dicho que la historia no era así (risas). No despreciemos nunca la inteligencia de los niños, por favor. Necesitan una buena estructuración mental y que ellos mismos interpreten y deduzcan con el tiempo, no hay prisa. La moraleja es innecesaria. Ana María Matute era gran enemiga de las moralejas. Siempre decía que los niños no son tontos. Hay que contar el cuento y ya está. Lo contrario es ofensivo y no valora realmente de lo que el niño es capaz.
 

 

jueves, 12 de abril de 2012

Educadores de película

Hoy adjunto un video que recopila trozos de películas que de alguna u otra manera giran entorno a la educación.

Debo confesar que las películas sobre profesores, colegios y alumnos conflcitivos que salen adelante gracias a sus profesores cuentan entre mis temas preferidos ya que casi todas tienen un trasfondo humano que engancha.

Verlas nos puede hacer reflexionar sobre el camino que debe tomar hoy la educación.

Quizás ya es hora de que evitamos, entre todos que en cada cambio de gobierno en España, intente cambiar también los planes de educación y hacérselos a su medida.


Espero que os guste!



lunes, 5 de diciembre de 2011

Cuento ministerial


Recordaba Ana María Matute cuántos relatos infantiles había escrito tecleando una vieja Hispano Olivetti al tiempo que mantenía a su hijo sentado en su regazo. Hay una foto, hermosísima, de ello, que sigue siendo toda una declaración de principios.

La escritora podía trabajar a duras penas con su hijo "a cuestas" mientras creaba personajes fantásticos. Dicen los estudios que, actualmente, la presencia laboral femenina ya no es una opción, "o trabajas o trabajas". ¿Se ha reflejado eso en la literatura infantil y juvenil? ¿Cómo son "las madres de cuento" hoy?

La ministra de Cultura, ÁngelesGonzález-Sinde, ha publicado una novela infantil donde sigue dando vida a Rosanda, su personaje preferido, una singular niña de siete años. De hecho, en el primer libro de cuentos de la ministra - Rosanda y el arte de birli birloque-con el que debutó como escritora infantil y que recibió en el año 2006 el premio Edebé, "la madre" del cuento es una ajetreada profesional que se reparte entre el trabajo, la casa y las dudas de cómo educar a su hija, ahora que se ha separado. Siempre en clave de humor: "Su madre no se relajaba nunca porque decía que relajarse la ponía nerviosa".

En aquella primera entrega la madre de Rosanda llega a tal nivel de estrés que en lugar de enviar la carta a los Reyes de su hija, envía la lista del supermercado... "No me importa, mami... - le dice resignada-no importa que los Reyes me traigan jamón de York y café y suavizante".

"Para ser efectiva y cautivar al lector la literatura infantil y juvenil tiene que ser capaz de reproducir el mundo en el que ese lector vive. Si ha cambiado el papel de las mujeres en nuestra sociedad, también han cambiado los personajes femeninos en obras contemporáneas", explica González-Sinde a La Vanguardia.

Pero hay que tener cuidado, advierte. "Eso no significa que yo sea partidaria de la corrección política ni mucho menos de enmendar la plana o modificar cuentos tradicionales. Me gustan tal cual son. El significado de muchos cuentos e ilustraciones es mucho más profundo que la mera apariencia".

La madre del cuento de la - todavía-ministra ya no sigue el clásico prototipo de las madres de relatos. En su vida cotidiana, en su vida real - que no literaria-ÁngelesGonzález-Sinde sabe bien lo que es estar al cargo de sus dos hijas, Estrella y Valentina, más los dos hijos de su compañero, todos menores de edad. Es lógico, pues - concluye-que también en la literatura los roles se inviertan.

En su último relato - Rosanda y el ángel-recién publicado por Edebé arranca con su niña entrando al supermercado. "Corre rápido hacia las cajas pero, para cuando llega... su padre ya está al otro lado de las puertas cerradas, cargando el coche ¡Va a pasar la noche en el hipermercado!". Hace unas décadas, ¿la hubieran ubicado allí con su padre o, con más probabilidad, con su madre?

"Los cuentos transmiten roles, te dan permiso para sentir, para temer o vencer tus miedos o para desear lo prohibido. Legitiman las intuiciones de los niños y, de algún modo, les dan cauces", explica la ministra aunque reconoce ser "poco partidaria de domesticar a niños mediante la literatura. Más bien creo que debe ayudarles a soñar y ser libres. Los cuentos deben permitir soñar a las niñas con ser cualquier cosa que deseen, sin etiquetas ni prejuicios". Repite esta mujer, que también fue guionista, la máxima de David Grossman por la que la literatura no puede cambiar la realidad... pero puede evitar que la realidad te cambie a ti.

MAITE CARRANZA Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2011

Publicado en La Vanguardia 3 de diciembre de 2011

miércoles, 8 de junio de 2011

"Mama, quiero ser princesa"


Las princesas han vuelto. Hoy, miles de mujeres educadas en los setenta por madres feministas, que rompieron moldes al vestirlas con pantalones, observan cómo sus hijas pequeñas aman el rosa, las faldas abullonadas y se saben de corrido los nombres de las princesas de Disney


En el armario de Marta, cuatro años, el rosa abunda. De hecho, si de ella dependiera, iría vestida enteramente en este color. Técnicamente, podría: tiene tres pares de medias en distintos tonos de rosa, una falda, un pantalón, un vestido, dos jerseys, varias camisetas, un par de bambas y un anorak. Por no mencionar los clips, las diademas y las gomas del pelo, en las que este dulce tono es omnipresente.
Aunque la madre de Marta es la responsable de su contenido, a veces, cuando abre el armario de su hija, se maravilla de que ella, quien de niña odiaba el rosa, la haya provisto de tantas prendas de esta gama. Mientras se pregunta si no hay alguna incongruencia en ello, su mirada se posa en la hilera de disfraces que también se guardan allí. Sin duda, los favoritos son los de la Bella Durmiente, Blancanieves y Cenicienta: las tres princesas Disney más famosas. Los disfraces son heredados y las tiaras y los zapatos de tacón a conjunto (dos pares, de plástico rosa), regalos, por lo que en ese frente la madre de Marta no se siente demasiado responsable... Sin embargo, cuando cierra el armario y recorre en panorámica las estanterías del cuarto de la niña, no tiene más remedio que admitir que su hija, por tener una madre a quien nunca le gustaron las princesas, está bastante bien surtida en este campo. Los estantes exhiben un castillo de Cenicienta fucsia, el panteón de pequeñas figuras de las ya diez princesas Disney, una Barbie Aurora y otra Ariel, un teléfono móvil de plástico (también de Cenicienta), varias varitas mágicas de hadas buenas y un surtido de cuentos (con tapas rosas y brillantes), en los que las protagonistas son ellas: las princesas.
Marta no es, ni de lejos, la única niña atraída por unos personajes que para la antropóloga Apen Ruiz podrían considerarse como “el mito romántico más poderoso y duradero que nunca ha existido”. Las princesas: bellas e inocentes doncellas cuyas historias han oído generaciones y generaciones de pequeñas, fascinadas por sus infortunios de todo tipo pero que, como describe la antropóloga, “tienen en común el ser rescatadas y salvadas por un maravilloso príncipe por el cual dejan atrás su vida para vivir feliz para siempre a su lado”. Las historias de princesas son fundamentales dentro del género de los cuentos de hadas, que dominaron los hermanos Grimm. Historias que aunque se hayan repetido hasta la saciedad, nunca pasan de moda. “Sí, las princesas son muy muy antiguas pero, a la vez, muy actuales –afirma Mireia Trias Folch–, y en muchas de las culturas, los cuentos que protagonizan nos remiten al rito de pasaje de la niña de púber a mujer”. Para esta psicóloga barcelonesa, las narraciones de este tipo también han servido para transmitir lo que ella llama fantasías optimistas. “Los mecanismos psicológicos que ponen en marcha son los de la identificación. El niño se identifica con uno de los personajes, sufre todo tipo de tribulaciones con el héroe o con la princesa y, finalmente, triunfa con ellos. Estos procesos suponen una esperanza de solución para los miles de anhelos e inquietudes cotidianas de los niños quienes, a menudo, no saben ni cómo llamarlos ni de donde provienen”. Así que, en opinión de Trias, estos cuentos son un buen recurso. “El problema es que el mito hoy se ha convertido en producto: creo que su sentido original y positivo se ha distorsionado, cambiándolo por un objetivo al servicio de otros intereses”.
Lo cierto es que la sociedad de consumo ha abrazado a las princesas con ganas, transformándolas en un inmenso producto que puede materializarse tanto en muñecas como en cepillos de dientes, vasos, sábanas, gafas de sol y ropa interior. Solamente la franquicia “Princesas Disney”, iniciada casi por casualidad en el 2000, cuenta con más de 25.000 productos derivados de las películas sobre Cenicienta, la Bella Durmiente, la Sirenita, Bella, Jasmine, Mulan, Pocahontas, Tiana y, más recientemente, Rapunzel. “Hoy la industria cultural no proporciona a las niñas libertad de decisión sobre sus sueños, y la cultura de princesas se vuelve homogénea y dominante”, observa Apen Ruiz.
Pero antes de que el consumismo las pervirtiera, ya había detractores del modelo princesas. Su papel, más bien pasivo (en general han de ser rescatadas por el hombre), y la importancia de su aspecto físico (siempre agraciado, por supuesto), no transmiten mensajes muy edificantes. “Quizás la de las princesas sea la primera salva que reciben las niñas en lo que va a ser una lucha de por vida sobre su imagen”, escribe Peggy Orenstein, autora del libro Cinderella ate my daughter (Cenicienta se comió a mi hija), quien se ha convertido en una experta en la princesización infantil. Un artículo suyo sobre este fenómeno en The New York Times fue tan bien recibido que le impulsó a escribir el libro, donde trata de entender la fascinación por estos personajes y denuncia los excesos del marketing. Para Orenstein, el boom de las princesas influye en la actual hipersexualización de las niñas y en los problemas derivados de la obsesión por la imagen que afectan a tantas adolescentes.
La periodista se describe como una madre feminista: lo mismo que Ana, una barcelonesa de 40 años con dos niñas de seis y cuatro. Ella fue criada en los setenta, cuando en España una generación de mujeres abrazaba el feminismo y luchaba por la igualdad de derechos entre sexos. “De pequeña, en mi casa no habían diferencias con mis hermanos. A mí nunca se me educó especificamente como a una niña y, aunque no era un chicazo, prefería los pantalones a las faldas, jugar a indios que a princesas y leer Mafalda antes que cuentos de hadas”. Hoy Ana observa cómo sus hijas se le parecen en muchas cosas pero, a diferencia suya, les chiflan las tiaras, el rosa y aman a Blancanieves. “A muchas de mis amigas les pasa lo mismo y, aunque creo que es una etapa –de hecho la mayor ya está saliendo un poco de ella–, a veces me pregunto de dónde viene esta tendencia, si es algo inherente en las niñas... ¡Porque de mí no lo ha aprendido!”, asegura.

¿Está, entonces, escrito en el ADN de nuestras hijas esta pasión por lo princesil? Apen Ruiz considera que sería “un error histórico y antropológico afirmar que el querer ser princesa es una manera innata de expresar la feminidad”, aunque puntualiza que cada cultura tiene y ha tenido mecanismos (como hoy el marketing) que definen los roles sexuales dominantes. “Quizás en este momento la condición femenina asociada al papel de princesa es hegemónica”. La profesora Marta Selva Masoliver, ex presidenta de l’Institut Català de la Dona, coincide en que el de las princesas ha sido en los últimos años un tema recurrente en la preocupación de madres y padres. “Creo que se debe a que es una de las primeras manifestaciones en las que se explicita la autonomía de las niñas frente a los deseos de sus progenitores”, argumenta, aunque añade que la cantidad de inputs que las niñas reciben a través de los medios de comunicación son asimismo clave sin olvidar la influencia “de aspectos psicológicos, de maduración y de entorno social, que facilitan la adhesión de amplios grupos de niñas a los modelos propuestos”.
Para este reportaje, Selva le preguntó a una ex princesa de ocho años (quien considera desdeñosamente que esta es una etapa pasada), qué le atraía de ellas. “Las respuestas fueron clarísimas –explica–: las princesas eran muy guapas porque todo el mundo se lo decía continuamente y gracias a ser tan guapas todo el mundo las quería… Y, además, estaba el tema del amor”. Aunque el interés por el amor en las niñas de entre cuatro y seis años es algo normal, a Marta Selva le preocupa que con estas historias se cuele en los imaginarios de las niñas “un modelo de amor romántico y dependiente en el que la consecución del éxito social pasa porque alguien valore tu físico y tu capacidad de seducción de una manera casi exclusiva”. Selva considera que este tipo de valores “poco tiene que ver con la libertad femenina.”
¿Deberían, entonces, los padres poner en perspectiva un mito como el de las princesas? Para Marta Selva, hablarlo es importante, pero cree que el ritmo actual hace que los padres no presten demasiada atención a las influencias que reciben sus hijos, “dejando a menudo a su libre albedrío la construcción de la autoestima y desaprovechando la oportunidad de hablar sobre este y otros asuntos”. La antropóloga Apen Ruiz cree que hay que hacerles entender a las niñas que un hombre perfecto no va solucionarles la vida. “Es importante, por ejemplo, mostrar que no es necesario dejar de lado un proyecto personal profesional para tener una familia”.
Los modelos reales de princesas, sin embargo, sirven poco para respaldar argumentos de este tipo. La fascinación del público adulto y los medios de comunicación con estas mujeres es enorme y, como sucede en los cuentos, la cualidad que de ellas se destaca más es la de la belleza. La preparación es secundaria. Vale más un buen porte que un título universitario; una sonrisa perfecta que hablar cinco idiomas... La última adhesión al elenco de princesas, Kate Middleton, estudió en la universidad, sí, pero desde que se licenció se dedicó a esperar a que su príncipe se decidiera a pedirle en matrimonio. Los varios años de espera no los dedicó a labrarse una carrera, sino a perfeccionar un físico ya de por sí agraciado y a crear un estilo que hoy causa furor. En el fondo, la hoy princesa Catalina ya intuía que eso iba a ser lo importante. Otras princesas mucho más formadas han de procurar no quitarle protagonismo a sus maridos y asumir que interesa más lo que llevan que lo que hacen. Algunas, como Masako de Japón, con títulos de Harvard y Cambridge, no han resistido la vida palaciega y han caído en la depresión. Otras, como Diana de Gales, se han convertido en mitos trágicos, venerados por millones de personas.
Pero, en general, las princesas viven la mar de bien. Tienen obligaciones, sí, pero sus privilegios son muchos: de no volver a hacer una cola en su vida a residir en casas en las que ni el espacio ni la hipoteca resultan un problema. Además, su situación laboral (y la de sus descendientes) está bastante asegurada. No es de extrañar, pues, que como rezaba un anuncio de una emisora de radio un día antes de la última boda real inglesa: “Las niñas todavía quieren ser princesas”.

domingo, 24 de abril de 2011

Cuentos de hadas hechos películas


Este fin de semana se estrena `La chica de la capa de rojo´, basada en el cuento infantil. Aquí otras historias para niños llevadas a la pantalla grande.
CAPERUCITA ROJA
Caperucita roja
Amanda Seyfried es quien da vida a este personaje de cuento. (Foto: Especial)



La primera vez que se escuchó esta historia fue en 1697 y fue contada por el escritor Charles Perrault, quien pretendía prevenir a las niñas de lo malo que era hablar con extraños. Cuando realmente se dio a conocer este cuento fue en 1812, gracias a los famosos hermanos Grimm, que pulieron la historia y crearon a esta niña que usaba una capa roja y que hoy es conocida mundialmente.


La versión moderna de la historia es “La chica de la capa de rojo”, una producción de Catherine Hardwicke, la misma que realizó la primera parte de la saga de vampiros “Crepúsuculo”. Se estrena este fin de semana en los cines mexicanos y es protagonizada por Amanda Seyfried.

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

Alicia en el país de las maravillas
Alicia en el país de las maravillas fue escrita por Lewis Carroll. (Foto: Especial)

Este cuento fue escrito por el matemático y escritor británico Lewis Carroll en 1865; fue en 1998 cuando durante una subasta se logró vender un ejemplar de la primera edición en 1.5 millones de dólares.

Esta historia se ha llevado varias veces al cine desde 1903, incluyendo en dibujos animados –como la inolvidable de Disney (1951)- y sin duda la más reciente y memorable es la de Tim Burton (2010), quien eligió a Johnny Depp para interpretar al Sombrerero Loco y a Mia Wasikowska para ser Alicia. También contó con la participación de Anne Hathaway como la Reina Blanca y Helena Bonham Carter como la Reina de Corazones.

PETER PAN

Peter Pan
Peter Pan es uno de los clásicos de Disney. (Foto: Especial)

Este personaje fue creado por el escritor escocés James Matthew Barrie para una obra de teatro que estrenó en Londres en 1904, aunque fue hasta 1911 que decidió contar las aventuras de este niño en un libro y posteriormente en varios relatos y novelas.

Disney decidió retomar el cuento para una de sus películas en 1953, siendo de las clásicas del estudio de animación; posteriormente fue Steven Spielberg quien la llevara un paso más allá en el cine con “Hook”, donde cuenta la historia de este niño ya siendo adulto, interpretado por Robin Williams y como Campanita, Julia Roberts.


CENICIENTA
Cenicienta
Drew Barrymore interpretó a Danielle de Barbarac en `Ever After´. (Foto: Especial)


Es una historia creada en Europa y existen varias versiones, una de las más conocidas fue la del francés Charles Perrault, quien finalmente decide escribirla en 1697, sin embargo los hermanos Grimm fueron los que la hicieron famosa, no sin antes cambiarle varios detalles al cuento.

En 1950 los estudios Disney la llevaron al cine, apegándose sobre todo a la versión de Perrault. Sería en 1998 cuando alguien de carne y hueso diera vida a este personaje, la elegida para el papel fue Drew Barrymore en la película de Andy Tennant, “Ever Alter”. El príncipe fue interpretado por Dougray Scott y el papel de la madrastra fue para Anjelica Huston.


ROBIN HOOD

Robin Hood
Kevin Costner la hizo de Robin Hood, pero el más reciente en interpretarlo es Russell Crowe. (Foto: Especial)


Más que un cuento de hadas esta historia está basada en un personaje que vivió durante el siglo XI y aunque no se sabe si en realidad existió, diversos historiadores han encontrado rastros de varios hombres que pudieron haber sido este famoso bandido.

La primera vez que se escribió sobre él fue en 1377 en una declaración del sacerdote Sloth, quien aseguró conocer las rimas de Robin Hood, posteriormente apareció en varias baladas, y poemas. Fue en 1820 cuando finalmente se escribe una novela –“Ivanhoe” por Walter Scott - donde aparece este personaje y posteriormente fue el protagonista de varios escritos, entre ellos de Alejandro Dumas, Howard Pyle, entre otros.

Walt Disney decidió llevar este relato en una película animada en 1973, donde lo más recordado es que todos los personajes fueron representados por animales, Robin era un zorro.

Ha habido muchas películas de este ladrón que robaba a los ricos para ayudar a los pobres, pero una de las más recordadas -y no precisamente la más reciente- es la de “Robin Hood, el príncipe de los ladrones” (1991), en donde vimos a Kevin Costner dar vida a este bandolero.

Publicado en Quien el 20.4.11