martes, 21 de diciembre de 2010

Cuentos morales ANIMADOS

El cine ha asumido la tarea educadora que antaño desempeñaban narraciones orales.
En la formación intelectual y moral de los más pequeños, los cuentos han tenido un papel capital a lo largo de la historia, aun antes de la institucionalización de la literatura y, luego, a menudo al margen de ella. Como parte de la tradición oral, siempre más universal que la literaria, el cine, tan ecuménico, era el heredero natural del universo de lo contado.De esta manera, durante el siglo XX tomó el testigo y se convirtió en el portador de esos cuentos que habrían de acercar a los más pequeños la definición de lo bueno y lo malo. La continua actualización de los valores ha ido mutando estos cuentos, añadiendo complejidades propias del mundo contemporáneo pero sin abandonar jamás el importante calado moral de sus peripecias.
EL CUENTO CLÁSICO La emancipación de la mujer y las formas de la irreverencia El cuento clásico no es exactamente lo mismo que el cuento tradicional. Los clásicos son las versiones más o menos hegemónicas que fijaron para la literatura los Grimm, Hans Christian Andersen, Perrault y otros autores, fundamentalmente durante el siglo XIX, de relatos de procedencia difusa, pero enraizada en las tradiciones orales continentales. Es decir, Caperucita roja,Hansel y Gretel,Cenicienta,Blancanieves,La Bella Durmiente...Los progresos de la denominada corrección política han convertido estos relatos tradicionales en artefactos moralmente romos e ideológicamente caducos.

La emancipación de la mujer, por su parte, obligó en las postrimerías del siglo XX a releer estos cuentos, ligados a una situación social determinada, con nuevas claves. Así, Disney abriría una segunda edad dorada con La Sirenita y La Bella y la Bestia,películas caracterizadas ambas por sus arrojadas protagonistas femeninas, conscientes de su soberanía individual y poco dadas a interpretar el papel de sumisión que los cuentos les conferían. Esmeralda la Zíngara, en El jorobado de Notre-Dame,o Anastasia, en la película homónima de Fox sobre la mítica heredera de los Romanov, se insertan en esta misma dinámica, con protagonistas resueltas tan encantadoramente bellas como hábiles para la acción.

Muy diferente fue el intento de Dreamworks por releer los cuentos infantiles con Shrek,una serie cuyo ánimo irreverente nace de una sencilla inversión de papeles. El ogro es ahora el protagonista y el príncipe, un mequetrefe con mal carácter.

La paradoja de aquel primer Shrek es que parece arrugarse ante su propia vocación grosera y acaba incurriendo en un extraño segregacionismo inverso cuando, en el final feliz con boda, en lugar de convertir al ogro en príncipe, transforma a la princesa en un bicho verde. En todo caso, una solución mucho menos irreverente que un emparejamiento interracial (permitido cuando se trata de sus secundarios cómicos: un burrito que se enamora de una gigantesca dragona de kilométricas pestañas).

Al ligar lo primero con lo segundo - o sea, la emancipación femenina con el antiheroísmo-,Disney hizo con Tiana y el sapo un curioso intento por revisitar el dibujo animado tradicional en el que es la princesa la que se convierte en rana cuando besa al príncipe encantado. También Disney patrocinó la revisión de su clásico Alicia en el País de las Maravillas,a cargo del inquietante Tim Burton, quien mezcló sentido de cuento tradicional con una peripecia más propia de una fantasía romántica. A diferencia de lo que ocurría en el original, en este filme la joven Alicia, ya casadera, regresará al País de las Maravillas con una misión heroica. Obviando todo el subtexto simbólico y matemático del libro de Lewis Carrol, Burton elaboró un pisto que no terminó de convencer a los críticos y que hizo de su película un extraño híbrido, uno de cuyos pies, efectivamente, descansa en el apartado de cuentos clásicos, mientras que otro se apoya en el que sigue continuación, dedicado a...

LA FANTASÍA ROMÁNTICA El apabullante triunfo del viaje del héroeDe todos los formatos de relato moral posibles, el viaje del héroe, o lo que antaño se llamó el relato de quest la adolescencia es un invento relativamente moderno-;de la necesidad de tomar decisiones dolorosas; de ser generoso y entregado, y - como relatos ejemplares-terminan con la consecución de la misión y la redención, no ya del héroe, sino de toda la comunidad, tras demostrar el protagonista estar dispuesto al sacrificio. La épica y la capacidad del cine para los efectos especiales conviven bien, de ahí que este género sea, con mucho, el que con más eficacia se ha trasladado a las pantallas, sobremanera desde que la industria de efectos especiales desterró el concepto imposible. Así, Star Wars,El Señor de los Anillos,La historia interminable,Las crónicas de Narnia y Avatar,entre otros cientos, aunque la mayor parte de estos relatos proceden de obras escritas durante el sigloXX-o directamente ideadas para el cine, como las citadas Star Wars y Avatar,pero también la más mesiánica que heroica Matrix-.Casi todas son claramente herederas del historicismo romántico del siglo XIX.

A pesar de ese aroma añejo, son una verdadera escuela de sentido del deber: protagonizadas por un héroe que no sabe que lo es, que no cree tener capacidades extraordinarias y que termina salvando a su comunidad. El mismo Harry Potter encaja al dedillo en este género, que este año ha visto a Dreamworks poner una pica en Flandes con la sorprendente Cómo entrenar a tudragón,una relectura de las sagas nórdicas tamizada por el contemporáneo rechazo a la violencia como expresión natural del paso a la madurez.

SUPERHÉROES POSMODERNOS El componente fascista y el repudio del superhéroe El superhéroe, en sus raíces, procede de la misma tradición anterior, pero al protagonizar narraciones seriadas y no cerradas, posee características singulares cuya raíz está en los folletines del XIX. Inventado por el cómic - o viceversa-aunque durante sus primeras cuatro décadas de vida, tanto en los tebeos que lo alumbraron como en los seriales cinematográficos y televisivos que lo vieron crecer, sus peripecias morales eran de una sencillez aplastante, con universos en los que el bien y el mal lo eran en un sentido total, y la tarea del protagonista ni estaba sujeta a dudas ni a opiniones.

Sin embargo, a partir de la década de los ochenta los superhéroes sufrieron una revisión política y psicológica de calado en cuya estela todavía nos movemos hoy: o se convirtieron en peligrosos fascistas (como le ocurrió al personaje de Superman, durante el reaganismo) o se tornaron en traumatizados seres oscuros que purgan una pena antigua (como le ocurrió a Batman), respectivamente. O todo ello a la vez: Watchmen,lo que los convierte en despechados e inadaptados sociales. Este terremoto del universo moral del superhéroe entró en el cine de la mano de Tim Burton y su primera versión cinematográfica del caballero oscuro, de la que pronto se cumplirán 20 años, y desde entonces ha condicionado todas las películas de superhéroes que se han hecho, incluyendo X-Men,Los 4 fantásticos y, en tono más jocoso, los recientes títulos de la serie Iron Man.Y por supuesto los nuevos Batman dirigidos por Christopher Nolan, si bien por su dimensión trágica y violenta no encajan bien en el denominado cine infantil.

Aunque Watchmen,versión en cine del cómic homónimo de Alan Moore, es decididamente una película para público adulto, en el mundo del cine infantil tiene una fecunda prole. Así, de la peripecia de unos superhéroes prohibidos por ley y por tanto relegados a la clandestinidad oel retiro, da cuenta Los increíbles,de Pixar Disney. Esta rutilante reinterpretación para todos los públicos del oscuro relato de Alan Moore introduce de paso una de las constantes contemporáneas de la educación sentimental de los pequeños: cómo cada uno ha de encontrar su lugar y su papel en el seno familiar.

Al humanizarse al superhéroe y colocarlo en mitad de tribulaciones mundanas, hubo que hacer lo mismo con el supervillano. Megamind,recién estrenada en España, es casi un spin off de Los increíbles,y trata otro de los dilemas que con más interés aborda hoy el cine infantil: cómo encajar socialmente cuando hay otro más popular, más guapo y más hábil. En televisión se cuentan por decenas las series infantiles y juveniles dedicadas exclusivamente a este asunto.

Mucho más lejos lleva el asunto Gru, mi villano favorito,cuya radicalidad estriba en no intentar explicar por qué un malvado es malvado. El protagonista de Gru disfruta fastidiando al personal, como explica una divertida secuencia inicial. Para que los niños no pierdan de vista el orden moral, unas huerfanitas acabarán por hacerle ver que bien y mal no son simplemente dos lados de una misma cancha.

LOS NUEVOS CUENTOS Nuevas fábulas para los nuevos tiempos

Hay, . al lado de todos estos, unos cuentos que tienen elementos en común con los anteriores, en la medida en que son herederos de la misma tradición y que comparten la vocación educadora inherente a toda fábula. Pero, por la cantidad de atributos contemporáneos que incorporan, merecen un apartado propio, de forma similar a los superhéroes respecto al viaje del héroe clásico. La temática se amplía e introduce nuevos elementos, esos que tienen que ver con las cuitas morales de las vidas de hoy. La compañía de animación Pixar, hoy adscrita a Disney, ha sido especialmente fecunda en proporcionar fábulas morales para el nuevo mundo. Toy Story compone una trilogía sobre la orfandad, el fetichismo y la dificultad de soltar amarras con el pasado, constituyéndose en una clase de crecimiento para niños, en la que de paso se cruzan historias como la asunción de la individualidad en un mundo de iguales, encarnada en Buzz Lightyear. Las andanzas del robot compactador de basuras, en Wall-E Batallón de limpieza,provee una poderosa metáfora ecologista - y para fans de la informática una sutil historia de amor entre un vetusto PC y una flamante Mac-,lo mismo que Ratatouille hablaba de las vocaciones extravagantes o Monstruos S. A. revisaba el mundo de los miedos y convertía la temida puerta del armario en un trasunto de internet; mientras en BuscandoaNemo,ofrecía un manual contra la sobreprotección paterna.

Los cuentos perversos de Tim Burton (Pesadilla antes de Navidad,Eduardo Manostijeras y La novia cadáver)son todo un tratado sobre inadaptados sociales, es decir, una escuela de tolerancia, que revisa el concepto de lo monstruoso mientras casi todo lo que ha hecho el japonés Hayao Miyazaki, de Mi vecino Totoro en adelante, entremezcla los flexibles consejos del taoísmo con las vicisitudes del niño urbano.

Todos los relatos, en su conjunto, se afanan por proveer nuevos pilares morales con los que abrirse paso en un mundo exigente y voluble, siempre tan necesitado de cuentos.

21/12/10 La Vanguardia